El día que el mundo se me vino encima

No sabía que podía escribir un título tan dramático.
Bueno, tal vez sí lo sabía.... Hace unos años me creía invencible, ahora el mundo se me vino encima. Justo esta noche, cuando me dí cuenta que no soy la mujer amorosa, valiente, fuerte, feliz de siempre. Me he convertido en un monstruo, una versión apagada de mi. Hace un par de años, cuando era invencible, hice cada cosa que me propuse: viaje fuera del país, liberé todos los fantasmas que me atormentaban, me aventuré a vivir en un continente lejano sola, hablando un idioma que había aprendido apenas hace un mes, conocí culturas diferentes, caras extrañas, sonrisa únicas, encontré un amor de verdad. Tal vez no era el verdadero porque si hubiera sido, estaría ahora con él. Pero sé que fue de verdad.

Ahora siento que mis alas se han gastado y todo se me vino abajo. ¿Cómo permití que esto me pasara a mí?  La pregunta precisa es: ¿quién soy ahora?
Tengo que reconocer que me he quedado en mi zona de confort, no me he aventurado a tomar el auto un fin de semana y desaparecer, a viajar, a besar locamente, a ir al gym, aprender un nuevo idioma, hacer mi tesis, buscar mi maestría, hacer un voluntariado, animar una fiesta infantil. Estoy impávida ante la vida. 

Y entonces, esta noche cuando por fin caí en cuenta que debo volver a empoderárme de mi vida (algo que espero pueda hacer con facilidad). Que amo sin control, con todo el corazón a un ser especial, que él lo sabe, yo lo sé. Y aunque el amor a veces nos hace perder el control del corazón; estoy agradecida de quererlo así. Me di cuenta que estoy estancada en algo que se que debo hacer, en el siguiente paso de mi vida profesional; pero tengo un fantasma grande llamado miedo, aunque yo soy más fuerte y sé que debo botarlo. Esta noche que miré la luna y la encontré más bella, miré a mi perro y lo ví más tierno y fiel, me di cuenta que no podemos pasar así por la vida, sin admirar las bellezas a nuestro alrededor.

Entonces recordé: a esa bella mujer llena de vida, llena de sueños, de amor, alegría, esperanza y fuerza. La que no tiene pena de decir "tengo defectos" pero que también conoce cada una de sus virtudes. Esa mujer solidaria con el mundo y consigo misma. La que persevera y gracias a Dios siempre llega a una meta, la que lucha hasta el final. Mi heroína sin capa ni espada, solo sonrisas y amor. La mujer que ama incondicionalmente, la que llora cuando debe desahogarse, la mujer más fuerte y aunque ella no lo sepa, es la única capaz de comerse el mundo, si así lo quiere. La loca enamorada de la vida, de su familia, del amor. Y me llene de emoción, las piernas me temblaban y el corazón me latía como si apenas terminara de correr una marathon y salí corriendo a buscarla.
La miré y le dije: "Eres capaz de esto y mucho más. Mereces vivir todo lo que sueñas y ser feliz" y ella sonrió, lo había entendido.
Era la una de la mañana, después de mirar a esa bella mujer por un tiempo en el espejo, volvi a mi cama a descansar.

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